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Somos una organización psicoeducativa dedicada a fortalecer el desarrollo integral de comunidades escolares y familiares mediante cuatro pilares: salud mental, ética y derechos humanos, pensamiento crítico y creatividad, e investigación psicoeducativa.
Nuestro trabajo se orienta a generar entornos de aprendizaje inclusivos y de alta calidad, en particular para estudiantes que históricamente han enfrentado barreras para aprender y participar plenamente.
La Hora del Código, una iniciativa global que introduce a estudiantes al pensamiento computacional, marcó un punto de inflexión en nuestra labor. Este programa fue parte de nuestro proyecto piloto y se convirtió en el impulso para diseñar un ecosistema formativo propio, centrado en competencias digitales, inclusión académica y bienestar socioemocional.
Hemos desarrollado un enfoque que integra ciencia educativa, tecnología accesible e inteligencia artificial para ampliar las oportunidades de aprendizaje en escuelas públicas.
Su diseño pedagógico permite que cada estudiante —incluyendo quienes presentan diversas condiciones de movilidad, atención o aprendizaje— participe desde su singularidad, construyendo experiencias educativas que rara vez son posibles en modelos tradicionales.
Los estudiantes fortalecen competencias psicoemocionales y académicas clave: comprensión, habilidades operativas, actitudes de colaboración y autorregulación. La participación activa —por ejemplo, cuando un alumno explica el contenido a sus compañeros y estos escuchan con interés genuino— evidencia un principio central del modelo:
Todo estudiante puede convertirse en protagonista de su aprendizaje y, cuando es posible, en agente de cambio dentro de su propia familia.
Uno de los avances más significativos ocurrió con un estudiante de educación especial en escuela pública regular. Pese a enfrentar Necesidades Educativas Especiales y diversas barreras para el aprendizaje, alcanzó resultados extraordinarios.
Con apoyo psicoeducativo integral —regulación emocional, estrategias de atención sostenida y entrenamiento cognitivo adaptado a su estilo de aprendizaje— transformó lo que muchos consideraban una limitación en una fortaleza.
El resultado:
superó el desempeño de su propia escuela regular en la fase interna y obtuvo el pase para competir en la Olimpiada de Matemáticas, junto a estudiantes sin necesidades educativas especiales.
Su avance no solo rompió estigmas; confirmó nuestra convicción institucional: Cuando un niño recibe los apoyos adecuados, la brecha desaparece y el talento emerge.
Este caso se convirtió en un referente regional del potencial oculto en estudiantes que durante años fueron subestimados. Inspiró a docentes, movilizó a familias y consolidó nuestra visión operativa: La inclusión no es un acto de buena voluntad, sino una vía directa a la excelencia humana y académica.
Actualización al 23 de Noviembre 2025_ok